miércoles, 17 de agosto de 2011

El fin del mal


Siempre digo que la humanidad necesita una invasión alienígena hostil. Sería la única manera de que todos los pueblos se uniesen para luchar juntos, aunando sus conocimientos. Se dejarían de tonterías y disputas por diferencias insignificantes. Al ver a los alienígenas, entenderíamos de una vez lo iguales que somos todos los integrantes de la raza humana.

Pues bien, si mis predicciones (que ahora os cuento) se cumplen, puede que no haga falta esa invasión. De eso se va a encargar la globalización y la virtualización como su humilde siervo.

La globalización tiene mala fama en según qué entornos, y aunque es cierto que trae ciertas injusticias, es una gripe que se tiene que pasar, como las que tienes cuando estás dando el estirón y dejas de ser un niño para ser un adolescente. Con el tiempo, según avanza la globalización, esas gripe-injusticias se pasarán. Algunas empresas poco solidarias aprovechan esos gaps que con el tiempo se irán estrechando. Me refiero a esas empresas que fabrican sus productos en Asia pagando miserias a sus empleados y permitiendo que trabajen incluso niños.

A pesar de que es cierto que la brecha digital, la que separa a los países tecnologizados de los que no, se va abriendo más y más, lo que viene después es una facilidad increíble para fabricar puentes que unan ambos lados de la brecha. Muchísimos puentes. Tantos que ambas orillas parezcan un mismo continente.

Es difícil de creer (sobre todo si eres un pesimista), pero voy a intentar explicarlo. Esta es la explicación simplificada, y a continuación la desarrollaré un poco:


Cada vez más todo es software (todo se virtualiza), así que los maquinistas, manipuladores, mecánicos, y en general toda la industria, se van a convertir en desarrolladores de software, y, ¡oh!, sorpresa, el software se puede desarrollar desde cualquier parte del mundo. Con ciertas limitaciones lógicamente, pero es fácil montar un equipo de desarrollo con 10 indios, 20 chinos, 5 rusos y 5 españoles.
El dinero se va a empezar a mover a la velocidad del software, lo que hará que se reparta mucho mejor. Y aquellos países ahora pobres como la India, van a ser inmensamente ricos gracias a la gran apuesta que están haciendo por el desarrollo de software.

Para entender cómo se virtualiza el mundo, fijaos en este ejemplo. Las compañías de teléfono como Telefónica, funcionaban al principio con empleados que cambiaban cables de unas clavijas a otras para establecer las comunicaciones. Estos empleados fueron reemplazados por electrónica: relés y cosas similares. Luego, ésta fue reemplazada por procesadores, luego por ordenadores con sistemas operativos que ejecutaban un programa concreto. Luego, las centrales de cada municipio también se reemplazaron por ordenadores; luego las centralitas de las empresas, tras pasar por varios refinamientos electrónicos, se convirtieron en ordenadores que corrían bajo Linux o Windows. Ni os cuento como han cambiado los teléfonos. Ahora, hasta los fijos son teléfonos móviles con numeración de fijos, lo que ha permitido que las centralitas desaparezcan de las empresas porque la propia compañía operadora de móviles te ofrece una operadora virtual, en la nube. Todo se configura a través de una página web, que, casualidades de la vida, la ha desarrollado un equipo de 30 ingleses y 200 indios. Las cifras me las he inventado pero podrían ser totalmente ciertas.

Esto significa que el trabajo que antes hacía gente inglesa ahora lo hace gente en su mayoría india. Mucho del dinero que antes se quedaba en Inglaterra ahora se va a la India. De acuerdo que les pagan muy poco la hora, pero la tendencia es alcista. A medida que los equipos de desarrollo en la India (o cualquier otro país) empiezan a organizarse extremadamente bien, con horarios europeos o americanos y hablando perfecto inglés por supuesto, empezarán a gozar de cierto caché, y por ende de salarios más altos. Es que no os podéis imaginar lo que se puede llegar a desarrollar con 200 personas en un proyecto de 2 años. Es una potencia de desarrollo que acelera todavía más el proceso de virtualización. Porque como ya he mencionado en algún otro post, buena parte de todo el software que se desarrolla hoy día está orientado a que desarrollar sea cada vez más fácil.

Países como por ejemplo Etiopía, que aparentemente no tienen mucho que ofrece a occidente podrían ofrecer desarrolladores y arquitectos software totalmente cualificados (una vez consigan librarse de la corrupción que les asola, que es algo que también llegará como se verá más adelante).
Lógicamente esto implica un gran desarrollo en infraestructuras de telecomunicaciones.  Pero, qué paradoja más buena, el cable se virtualiza y se convierte en ondas de radio, o mejor aún, en una señal por satélite. Una antena cada 100 kilómetros y das cobertura al país en 4 días.
Una empresa grande podría montar un edificio de oficinas en una zona con unos recursos propios mínimos (lógicamente no lo van a montar en mitad del desierto donde no hay ni agua) e instalar allí centenares de programadores locales. Esto ya está pasando en la India. Y donde una empresa monta un edificio de estos para llenarlo de teletrabajadores se genera una riqueza antes inexistente. Dinero que antes se quedaba en Sillicon Valley ahora se gasta en la India.

Los ordenadores se virtualizan. Sólo serán cajas tontas con una pantalla, un teclado, un ratón y una tarjeta de red. Vaya, que bueno va a ser eso para fabricar ordenadores baratísimos que apenas consumen energía, lo que va a hacer que puedan funcionar con energía solar o mecánica como una manivela como los que fomenta Negroponte.
Obviamente lo estoy acelerando en el tiempo. Yo no sé cuándo vamos a llegar plenamente a esto, pero sí sé que llegaremos.

¿Y qué tiene de bueno que India sea cada vez más rica e Inglaterra cada vez más pobre? pensarán los ingleses. ¿Un mundo más justo? Lo que hay que ver es que las fronteras se van a diluir. Si esos ingleses que se quedan sin trabajos son espabilados, se irán a India a ofrecer servicios a la nueva clase media india. Van a producirse movimientos migratorios masivos en cientos de direcciones: Más globalización aun, esta de la de verdad.

Esto va a llevar a otra cosa buena: la necesidad imperiosa de un idioma único. Que, a estas alturas no me imagino otro que no sea el inglés. Pero me da igual, uno, el que sea. El más fácil de aprender pediría yo, para que a todo el mundo le cueste menos conservar el idioma de su región si lo desea.
Y claro, un idioma único común será una catapulta para la globalización. De hecho, si la India está siendo pionera en este proceso es precisamente porque allí ya hablan inglés.

Y esta globalización traerá el fin de la rivalidad entre naciones. ¿Cómo vas a atacar una nación en la que el 80% de la población no es nativa sino inmigrantes? Y muchos seguramente de la propia nación atacante. Todos los países tendrán intereses en todos los países, y la gente podrá vivir donde quiera sin miedos.

Así pues parece que el software, la virtualización, traerá una nueva redistribución de la riqueza. Pero muchos pensarán que esta nueva redistribución no tiene por qué ser más justa. Que puede suceder que ciertos países serán los mejores fabricantes de software y serán potencias como lo es ahora Estados Unidos, pero que puede que haya países que no pueden ir a la misma velocidad, no pueden pagar las patentes o formar a ingenieros tan buenos. Vamos que hay quien pensará que el software será el nuevo petróleo.
Bien, pues mi respuesta a esto es: no hay que preocuparse; en serio, algo tiene el desarrollo del software, que invita a sus participantes a distribuir el conocimiento de una manera inusualmente generosa. Es decir, después de haber aprendido todo lo que sabes a base de leer el código fuente de aplicaciones o frameworks de código abierto, y en general, a base de leer código de terceros y aprender mucho de ellos, sientes la necesidad de compartir tus genialidades en el código. Es como si un pintor, tras aprender de sus maestros y mirar otros cuadros, luego pintase cuadros que nadie va a ver. Somos muchos los que difundimos el mensaje de que desarrollar software es un arte. Es crear algo a partir de la nada y que además de llegar a ser tremendamente útil, su código fuente puede ser digno de admiración para los ilustrados en el software. Por ejemplo, el código fuente del framework Spring nos parece a todos una obra de arte. No en vano ha llegado donde ha llegado: a liderar el mundo del desarrollo en Java.

Antes (hace 30 años), la compartición de información no era fácil. Si a ese ansia por compartir (para aprender o para ser reconocido o como modelo de negocio), le sumas la facilidad de compartir hace que la profesión más extendida del futuro, la de programador, avance a una velocidad inimaginable. Volvemos a lo de la invasión alienígena: toda la humidad compartiendo el conocimiento. Por lo menos el conocimiento del software, que será la industria que sin duda moverá el mundo. Por cierto, ¿se le considerará industria o servicios?

Y pobre del que no comparta.
Por el camino, esa necesidad de participar para poder acceder al conocimiento evitará que ningún “malo” pueda llegar a buen puerto. Sí, porque puesto que la tecnología militar, que también se virtualiza mucho, necesita cada vez más de programadores eficientes, los del bando malo no podrán jamás ser mejores que los programadores del bando bueno. En el bando bueno hay muchos más, y comparten todo lo que saben, están unidos. No puedes competir contra eso. Es como si un el mundo entero hoy día se alía para invadir un país, el que sea ¿qué creéis que pasaría? Incluso aunque sea Estados Unidos ese país, no puede vencer al resto del mundo. Además, que los programadores de los “malos” van a llegar a un punto en el que van a entender la necesidad imperiosa de compartir (para seguir aprendiendo). Y me gusta pensar que ese sentimiento les va a sacar del lado oscuro. Y un lado oscuro sin programadores en mundo cada vez más virtualizado, es sin duda un perdedor seguro.
De acuerdo, habrá programadores coaccionados en el lado oscuro, pero todos sabemos que si la clase obrera (o la infantería) se revela, no puedes mantener una guerra en paralelo con otro país. Eso ya sabemos como acaba.

Y por si no fuera suficiente, lo cierto es que un mundo virtualizado es un mundo más auditado, es decir, más transparente. Ahora sabremos quién vende armas a las guerrillas o dictadores del tercer mundo. Sabremos quién y qué roba, y en general, quien comete delitos con mucha mayor precisión.
Resumiendo, que ser malo no te va a compensar. Si decides serlo, que sepas que te vamos a dar caza seguro.
¿Imagináis un cuerpo de policía totalmente globalizado? Donde un policía de España puede utilizar un satélite de otro país (o mejor, uno común a todos) para espiar que hace un delincuente español en tierras argentinas, por ejemplo. Y no digamos cuando todas las fichas policiales se compartan entre todos los países. Localizar a los delincuentes va a ser pan comido.
Esto se va a producir a todas las escalas, desde grandes naciones hasta pequeñas empresas incluso a nivel individual.
Va a ser como si todos viviésemos en una misma comunidad autónoma. Un mismo idioma, unas mismas leyes, una misma moneda... Por supuesto habrá gente más rica y gente más pobre, como en todas las provincias, pero no habrá esas desigualdades como California frente a Somalia.

Yo no sé vosotros pero a mí me gustaría que mi provincia tuviese playa y tuviese montaña. Y bosques, y desiertos, y grandes ríos y lagos y cascadas. Que pudiese moverme libremente para evitar siempre la nieve o el fuerte calor. Porque claro, por tu provincia te mueves mucho porque te mueves libremente. Si vives en Madrid, apenas hay diferencia entre, qué se yo, Alcorcón y Torrejón. Te puedes mover tranquilamente entre Torrejón y Alcorcón siempre que quieras. Puedes vivir en uno o en otro casi de un día para otro ¿te imaginas plantarte el cualquier parte del globo en un máximo de 3 horas? Porque claro, para cuando todo esto llegue los vuelos extra-atmosféricos estarán a la orden del día.
Si se consigue que todas las personas sientan el mundo su propia provincia, sería mucho mejor para todos.

Y con esto no digo mitigar la competitividad. Precisamente es la competitividad la que ha provocado todo esto.
Tiene sus cosas malas, como otros aspectos del capitalismo, pero sin ella, sin fomentarla, nadie se esfuerza en ser mejor que otro, pero al ser el desarrollo de software un arte muy bien remunerado, siempre va a haber competitividad, porque siempre hay artistas que gustan más (y ganan más). Los mejores, los que innovan y sorprenden con aplicaciones cada vez más inteligentes a la par que sencillas son los más reconocidos; y ser reconocido es un sentimiento que creo que jamás se podrá mitigar (y menos si lo incentivas económicamente). Y esa competitividad te lleva a su vez a querer estar siempre en el lado de los buenos, porque en el lado oscuro, tu capacidad de aprendizaje se va a ver mermada (al ser menos gente), tu reconocimiento mucho menor y será el fin de tu carrera. Si quieres saborear la excelencia, si quieres ser reconocido, sólo puedes conseguirlo desde el lado de los buenos. Así que al final, la competitividad es un medio para un buen fin.

Pero la competitividad es un arma de doble filo. No todo el mundo va a querer competir con espíritu olímpico, y al creerse mejor que el resto de la humanidad va a querer separarse tanto del resto que entrará en conflicto.
Sin duda esto sucederá. Y mientras la ambición no supere ciertos límites tenemos que permitir altos grados de competitividad. Pero siempre recordando a todos que el conocimiento si no es para hacer el bien, no se considera sabiduría. No consideramos sabio a Hitler, pero sí a Gandhi.

En cualquier caso, salvo que seas un lunático, tengo la sospecha de que tras demostrar al mundo que eres el mejor en algo, después de hacerte inmensamente rico gracias a tu talento, tras garantizar que hasta los hijos de tus nietos serán ricos, lo que te queda es un vacío que sólo se llena yendo un paso más allá: trascendiendo; pasando a la historia. Y qué mejor manera que haciendo algo que la memoria social no olvide nunca. Y esto sólo puede ser haciendo algo realmente bueno, salvo, insisto, que vengas con una tara de fábrica.
Supongo que es lo que ha llevado a Bill Gates o Warren Buffet a donar buena parte de su fortuna para la búsqueda de vacunas y otros fines benéficos. A mí me gusta pensar también que gente como Larry Page (fundador de Google y archimillonario) tiene en su mente hacer algo grande para la humanidad. No creo que siga tirando del carro Google sólo por hacerse más rico. ¿para qué? Sí seguro que ya podría llenar su piscina gigante con Moët. Pero es que somos así. ¿Qué harías tú si estuvieses podrido de dinero y supieses que en unos años, sin hacer nada, vas a estar más podrido aun? Salta una interrupción en nuestro cerebro que nos lleva a buscar metas más transcendentales. Empiezas a buscar el conocimiento más que el dinero. Y sucede que cuanto más sabio te vuelves, más bueno te vuelves.

Extrapolando esto, tiendo a pensar que cuanto más conocimiento tenemos a mano mejor para la humanidad, porque más buenos nos volvemos. Más que nada por esa gran acertada frase que dice, que el que no conoce la historia está condenado a repetirla.
La tecnología (el software sobre todo) nos trae ese conocimiento que nos recuerda los errores del pasado. Cuando todo el mundo sepa todo de todo, quiero decir, cuando todo el mundo tenga libre acceso a todo el conocimiento, sabrá lo ineficiente y absurdo que es hacer el mal.

Quizá tendría que haberlo definido antes a que llamo el bien y el mal, porque ciertamente podrían ser conceptos muy ambiguos. Pero creo que no es ambiguo definir el mal como cualquier acto que dañe físicamente o prive de libertad a cualquier otro ser humano.

Total, que tenemos que como cada vez sabemos más, cada vez somos más buenos, y segundo, que ser malo no va a compensar porque te van a cazar enseguida.

Conclusión: el fin del mal.

O trabajas en equipo, un equipo formado por toda la humanidad, o estás fuera, aislado, ignorado. Y no lo malinterpretemos; que todo el mundo comparta el conocimiento sobre cómo desarrollar mejor software no significa que todo el software vaya a ser igual. Que demos agujas y lana a todo el mundo no significa que todos vayan a fabricar jerséis iguales. Siempre habrá gente con más talento que otros.

Si lo piensas bien, todo lo que he contado ya está pasando, sólo que en lugar de fabricar software fabricamos teléfonos móviles, zapatillas de deporte, ropa en general, hardware… cosas tangibles. Sólo que mi visión es una nueva iteración, esta vez a la velocidad del software. Vamos, que si os parecía que el mundo va muy deprisa, preparaos para la que se avecina. Sólo podremos gestionarlo si trabajamos todos juntos.

Al final, como ya decían los electroduendes: sólo no puedes, con amigos sí.