sábado, 28 de enero de 2012

El Universo cachea la rutina


Al universo le viene bien la rutina de la gente. Sí porque la rutina son tareas repetitivas y como todos sabemos, las tareas repetitivas se cachean muy bien. Ahora que sabemos que el universo es sólo información, todo software (igual alguno no lo sabíais aun), podemos entender que todo lo que sucede en el no son más que procesos que se ejecutan en una especie de macro sistema operativo. Los que no creáis que sea así, no podéis negar que resulta cuanto menos sospecho las analogías entre el software que desarrollamos y la forma en como se comporta el universo.

Si en tu ordenador abres el Excel, lo cierras, lo vuelves a abrir, y lo repites varias veces, verás que las últimas veces se abre casi al instante, mucho más rápido que la primera vez. Esto es porque el sistema operativo ha metido en memoria caché (ha cacheado) el programa Excel. La memoria caché es una memoria muy rápida en la que se almacena lo último que se ejecuta, esto es, el presente.
Quiero decir con esto que el universo cachea el presente. Y si tu presente es muy repetitivo, muy rutinario, tanto mejor para el universo. Y eso explica porque nuestro cerebro (o nuestra alma o nuestra fuerza vital o como lo prefieras llamar), como un proceso más del universo,  favorece y agradece la rutina. Por eso eso nos cuesta tan poco coger hábitos y tanto dejarlos.

Las tareas que hacemos de forma rutinaria, aquellas que hacemos con el piloto automático, como cocinar nuestro plato favorito, conducir en el atasco diario, o trabajar en una cadena de montaje, son tareas que consumen pocos recursos a nuestro cerebro porque están cacheadas. Hay centenares de publicaciones que explican, a nivel neurológico como se crean las conexiones necesarias en nuestro cerebro para que una tarea se convierta en un hábito, esto es, se cachee. Incluso sabemos que podemos hacer pre-fetch, esto es, cargar en memoria un programa que sabemos que dentro de poco vamos a ejecutar, para que cuando lo ejecutemos, éste se cargue mucho más rápido. Los gimnastas de élite lo saben bien, que repiten mentalmente sus movimientos hasta la saciedad, visualizándolos; porque saben que eso crea las conexiones neuronales que facilitan que luego el ejercicio resulte como lo han visualizado.

En realidad, y voy ir un poco más allá, no sólo le interesa la rutina al universo, sino que también favorece el reposo. Por eso todo tiende al reposo, al equilibrio. Esto es algo que numerosas corrientes filosóficas y religiosas defienden desde hace siglos (como el Budismo o el Taoismo).

Todo tiende al reposo porque así el universo, ese gran procesador de ceros y unos, no tiene que gastar ciclos de reloj en mostrarnos algo cambiante a cada instante.

Una buena analogía es el vídeo digital comprimido. Cuanto más se parezca un fotograma al anterior, o sea, cuando menos cambie la imagen, mejor se comprime esta y menos trabajo al procesador para reproducir ese vídeo.
Un ejemplo más aproximado, es un videojuego de estos modernos en 3D. Cuanto menos se mueven los objetos en la pantalla, menos tiempo gasta el procesador renderizándolos (dándoles forma, texturas, luces, etc).

Esta analogía de los videojuegos 3D nos sirve para entender otro curioso fenómeno del universo. Y es que, al igual que al igual que en éstos, el sistema no tiene que molestarse en pintar (renderizar) en detalle los objetos muy lejanos. Piensa que el universo considera a la humanidad como un único observador. Por eso todo el universo exterior, lo que está más allá del sistema solar, está muy vagamente definido. A medida que los más innovadores inventan telescopios nuevos, obligan al sistema a que renderice con más detalles cosas como la superficie de Marte o Venus.
Antes, hace un par de milenios, el universo conocido en detalle se limitaba al planeta Tierra, y tampoco se tenían muchos detalles. Si alguien hubiese ejecutado un comando “top” al universo para ver la carga del sistema, habría visto que estaba que éste se ejecutaba holgadamente.
Pero hoy día, con miles de personas mirando por telescopios a diario, incluso escuchando con radiotelescopios, estamos dándole trabajo al sistema. Seguro que éste preferiría que todos estos científicos se fuesen de pesca en lugar de obligarle a inventarse nuevos modelos y texturas para galaxias lejanas.
O quizá aun le de igual, porque a pesar de todo, puede aun se esté ejecutando al 10% de su potencia. ¿crecerá con el tiempo la capacidad de proceso (básicamente la RAM) del universo?
Pues lógicamente no tengo ni idea, pero me gusta pensar que es finita y que para compensar la sobrecarga que suponen los nuevos descubrimientos en astronomía, el universo se vale un arma muy eficiente para reducir la carga del sistema: la virtualización.
Como ya he comentado repetidas veces, la virtualización es el proceso de convertir algo que antes era mecánico en software. Es decir, a medida que convertimos la materia en software le quitamos trabajo al universo, porque el software no tiene que renderizarse, no tiene que mostrarse como materia.

Cuando tengamos móviles que se cargan con el aire (o la luz del sol), que proyecten imágenes en el aire y con altavoces de lujo, desaparecerán de nuestro entorno cosas como la red eléctrica, televisores, equipos de música, etc. De hecho, en muchas casa ya no hay teléfono fijo (con su cableado), ni relojes en las paredes (con sus pilas), ni linternas, ni equipos Hi-Fi, entre otras muchas cosas. El que todo eso desaparezca, además hace que se necesiten menos barcos para traer toda esa electrónica desde extremo oriente. Y por ende que se consuma menos combustible. Y por ende menos maquinaria para extraer petróleo. Y por ende menos fábricas de acero para las plataformas de extracción. Y así sucesivamente.
Toda esa materia son menos cosas que el universo tiene que renderizar, lo que permite que se dediquen esos ciclos de reloj a descubrir cosas nuevas, por ejemplo, planetas nuevos.
Deduzco pues, que ante la imposibilidad de volvernos a todos absolutamente rutinarios (no nos habrían otorgado inteligencia si el sistema quisiese que fuésemos tan rutinarios como un mono), el universo ha encontrado la solución perfecta para que podamos seguir haciendo todo lo que se nos antoje, de una forma más eficiente: que haya menos materia y más software.
El ejemplo más ilustrativo de como esto está pasando es el de la virtualización del hardware. Esto que empreas como VMWare han hecho con el hardware está pasando con todo lo tangible. Al final todas las máquinas serán un procesador que ejecuta software, una microscópica fuente de alimentación y millones de sensores muy pequeños por todos los sitios informando sobre todo lo que detectan.

Y lo curioso, es que a medida que aligeramos la carga del sistema de esta manera, se nos muestran nuevos y más lejanos horizontes. Es como si el universo nos dijese: fabricad menos cosas materiales y os dejaré que descubráis algo más sobre el ADN o la Vía Láctea.

De hecho, así ha sido siempre, especialmente las últimas décadas (desde que existe el software, vaya). La aparición del software ha reducido drásticamente el consumo de materia (sólo con la cantidad de CDs y papel que ya no se usa hemos dejado de usar millones de toneladas de materia).
Sigamos pues convirtiendo todo en software, sigamos globalizándonos (para que todos usemos además el mismo software), y el Universo (o Dios, o Gaia, o el Tao si lo prefieres) nos recompensará con nuevos avances que nos permitirán disfrutar de una vida más larga y más plena. Cuanto más eficientemente se ejecute el UniverSO, mejor para todos.

Mi gran duda es ¿llegaremos a virtualizar la vida? ¿podremos librarnos de nuestros límites biológicos? Si crees que sí, ¿qué sentido tiene seguir explorando el espacio exterior, el microcosmos o el propio planeta Tierra? En un mundo totalmente virtualizado todo sería posible. No necesitaríamos buscar planetas con vida en otras galaxias, sencillamente los crearíamos a nuestro antojo.
¡Qué curioso resulta descubrir que hay gente que ya cree que estamos en ese mundo! Como seguramente no serás uno de ellos, ¿crees que eso está muy lejos aun? Pues piensa que ya hay gente cuya vida social se limita a Internet y para los que comer, beber o sencillamente respirar no es más que un fastidio, una limitación. ¿Enfermos? ¿Visionarios? El tiempo nos lo dirá.